Cada noviembre se tiñe de azul para recordar el Mes Internacional del Hombre, pero pocos saben que detrás de ese color se esconde una pandemia silenciosa: la enfermedad prostática significativa. Están entre nosotros, pero nadie los ve. Son miles cada año, hombres que no aparecen en las estadísticas públicas ni en las conversaciones cotidianas, y que muchas veces mueren en silencio. ¿Quiénes son esos hombres invisibles? Son los que reciben tarde el diagnóstico de cáncer de próstata, cuando ya es difícil actuar. Solo se habla de ellos cuando el caso golpea de cerca, en una charla de amigos o en una familia que recibe una noticia inesperada. Hay pocas campañas, poca información y demasiado silencio. Y cuando no se habla, no se sabe; cuando no se sabe, no se consulta; y cuando no se consulta, no se diagnostica. ¿Ves cómo no los vemos?
La nueva pandemia silenciosa
El cáncer de próstata es el tumor maligno más frecuente en hombres argentinos y la 3ra causa de muerte oncológica en varones, superado solo por los de pulmón y colorrectal. Representa el 12,5 % del total tumores registrados en hombres, y el 22,5 % de todos los nuevos pacientes oncológicos masculinos cada año. Eso significa que 1 de cada 6 hombres tendrán cáncer de próstata a lo largo de su vida. Y sin embargo, no se habla de ellos. Menos de la mitad de los hombres mayores de 50 se controla, y cerca de un tercio de los casos avanzados podría haberse detectado a tiempo con un simple análisis de sangre. Es como si no existieran.
Pero un hombre enfermo nunca se enferma solo: también se angustia su pareja, su familia, sus hijos. Detrás de cada consulta tardía hay un hogar que carga con incertidumbre y temores. Por eso controlarse no es solo un acto de salud personal, también es un acto de amor hacia quienes uno quiere seguir acompañando.
Importancia del diagnóstico precoz, el verdadero punto de inflexión
Desde su inicio y en su crecimiento el cáncer de próstata no produce síntomas. Así el 30 % de los hombres son diagnosticados en etapas avanzadas o con metástasis, lo que reduce significativamente las posibilidades de curación. Los síntomas aparecen en estadios avanzados, por eso los controles periódicos son clave. La detección precoz permite ofrecer la posibilidad de curación en más del 90 % de los hombres, con cambios radicales en sobrevida y la calidad de vida del hombre.
El cáncer de próstata no se previene, se diagnostica a tiempo. Y ese tiempo lo es todo. Los estudios indican que hasta el 30 % de los hombres que hoy mueren por esta enfermedad podrían haberse salvado con una detección temprana: “la diferencia no la hace la enfermedad, la hace el momento en que se detecta”.
El viejo camino al diagnóstico, que alejo a tantos hombres
4 de cada 10 hombres aún postergan su control, incluso sabiendo que un simple análisis de sangre puede marcar la diferencia. ¿Por qué? Porque hay poca información, y muchos tabúes. Porque persiste el miedo al tacto rectal, a la biopsia por el recto, a la posibilidad de perder funciones sexuales, al estigma o al simple “qué dirán”. Porque muchos creen que estar bien es no sentir nada, y cuando sienten algo, ya es tarde.
Durante años a los hombres que consultaban por un PSA (Antígeno Prostático Específico) elevado, se les indicaba una biopsia de próstata transrectal realizada al azar y bajo anestesia local. Era un procedimiento incómodo, doloroso y, con frecuencia, frustrante por sus resultados inconclusos. No sorprende que la experiencia fuera tan negativa: diversos estudios muestran que 7 de cada 10 hombres que la atravesaron despiertos no la repetirían ni la recomendarían, salvo que fuera absolutamente imprescindible. Muchos vivieron esa biopsia con angustia, dolor e incomodidad, generando una resistencia comprensible a volver a estudiarse. Y aun cuando el resultado era “negativo”, la tranquilidad no siempre llegaba: en muchos casos, el PSA seguía elevado, alimentando la incertidumbre. Las cifras lo explican: hasta un 47 % de falsos negativos y un 5 % de infecciones, algunas con internaciones prolongadas y necesidad de antibióticos endovenosos.
Así, un procedimiento pensado para brindar respuestas, terminó convirtiéndose en una experiencia temida, que alejó a muchos hombres del diagnóstico oportuno.
Un cambio de paradigma
Hoy el camino del diagnóstico cambió, existe una forma distinta, mucho más precisa de estudiar la próstata.. La tecnología redefinió la manera en que abordamos el diagnóstico en próstata mejorando la calidad de vida de los hombres. Por primera vez en la historia podemos ver el área sospechosa en la próstata para tomar una muestra directa a través de la piel del periné.
Koelis Trinity® es una plataforma robótica 3D asistida por inteligencia artificial que permite realizar un mapeo prostático preciso mediante la fusión de imágenes. Al combinar la resonancia magnética con la ecografía 3D en tiempo real, genera un modelo tridimensional exacto de la glándula y guía la aguja directamente hacia la lesión sospechosa con una precisión sin precedentes. Esta tecnología evita el recto, elimina prácticamente el riesgo de infección, reduce el dolor y brinda una experiencia ambulatoria y segura.
Con una eficacia diagnóstica del 93 % y un riesgo de infección casi nulo, la técnica permite identificar lesiones que antes pasaban inadvertidas y ofrecer respuestas claras a hombres que convivieron durante años con la duda y la “enfermedad”. Su precisión milimétrica posibilita una medicina más personalizada, adaptada al comportamiento real de cada tumor.
Hoy podemos ver a quienes no veíamos
Desde la llegada de Trinity Koelis® en Instituto Metropolitano de Urología (IMU), vimos hombres que habían pasado por 2 o 3 biopsias convencionales sin resultados, pero con nódulo sospechoso en la resonancia magnética y un PSA (antígeno prostático especifico) que seguía en aumento. Llegaban cansados, con preocupación. Son esos hombres que convivieron durante años con la incertidumbre de “tener algo” pero sin respuesta. Cuando realizamos el mapeo por fusión de imágenes por via transperineal con precisión al área sospechosa (biopsia target), encontramos a esos cánceres que habían pasado inadvertidos con la biopsia convencional transrectal. Ver sus caras y la de sus familiares cuando, por fin, obtenemos un diagnóstico concreto, es algo que no se olvida. No es solo un diagnóstico: es la posibilidad de actuar a tiempo, de tener opciones, de recuperar el control. Ver a esos hombres —a los que antes nadie veía— es entender el verdadero valor de esta revolución: darles una oportunidad que antes no tenían.
Cuándo y cómo iniciar los controles
Todo hombre debe comenzar sus controles prostáticos a los 50 años. Pero si tiene antecedentes familiares debe empezar a controlarse desde los 40.
El estudio inicial es sencillo: un análisis de sangre para medir el PSA (antígeno prostático específico). Este marcador no diagnostica por sí solo el cáncer, pero puede alertar sobre alteraciones que justifican estudios adicionales. Si el PSA está elevado o hay sospechas, se realiza un tacto rectal (con en consentimiento del paciente) y una resonancia magnética de próstata, que permite visualizar lesiones sospechosas con gran precisión. En caso de hallazgos significativos, el siguiente paso es una biopsia de próstata guiada por fusión de imágenes, que permite tomar muestras dirigidas y precisas, reduciendo las molestias, los falsos negativos y los efectos adversos.
IMU es hoy centro de referencia nacional de mapeo prostático por fusión de imágenes, elegido por la compañía líder mundial en innovación diagnóstica. Pero más allá de la tecnología, lo que realmente importa es el mensaje: Los hombres que antes no veíamos, hoy podemos verlos. Y verlos a tiempo es cambiarles la vida.
Más info: Rosario3

